jueves, 23 de septiembre de 2010

Papi, ¿ya has visto esta película? Parte 4

Son las 6:34 de la tarde cuando comienzo a escribir estas líneas, la mejor hora sin duda para hablar de cine, del séptimo arte, de las "pelis", que dicen los niños. Por supuesto, con el espíritu científico que caracteriza a Inside View. Espíritu un poco iconoclasta, justo es reconocerlo, pero científico cien por cien.
Hoy no habrá un tema concreto, un leit motiv, un hilo conductor. Simplemente disertaré eruditamente sobre diversos aspectos curiosos y chocantes de las películas, sobre cosas que, al menos a mí, llaman la atención por absurdas, jocosas o ridículas.
Comenzaremos como la vida en este planeta: por el agua.
Imaginemos la escena...

Mes de enero por la mañana, hace frío. Alguien viaja en una barquichuela inestable, muy inestable, porque en las películas estas embarcaciones vuelcan sólo con soplarlas. Está pescando en un lago de aguas serenas y cristalinas. Otro alguien, diferente del alguien anterior, pesca con él. En un momento dado, la conversación deriva en fuerte disputa.
Intercambio de insultos, gritos, las voces elevan el tono y el volumen, y nuestros protagonistas también se elevan: es decir, se ponen de pie.... 
Primer error

De las palabras pasan a las obras, a las manos, y se enzarzan en una pelea bastante discreta. En ese momento, y como si fueran una sola persona, ambos se balancean al unísono, izquierda-derecha, izquierda-derecha, cual tenteempié...
Segundo error

¿No les bastaba sacudirse unos buenos puñetazos en lugar de bailar una sardana a dúo encima de la barca? Pues no, su propósito desde el principio no era otro que hacer todo lo posible, y lo imposible también, para que la barca volcase. Nada de arrojar al otro por la borda o atizarle un buen remazo en el colodrillo.
¡¡¡Hay que volcar la barca!!!
¡¡¡Y vaya si lo consiguen!!!

Segunda parte de la escena anterior...

Los dos protagonistas de nuestra historia son caritativamente salvados de las aguas por otro barco que, casualmente, pasaba por allí. Empapados y ateridos, ya hemos dicho que es enero y hace un frío del joraca, son subidos a la cubierta del barco rescatador. Ambos tiritan de frío, les castañetean los dientes y el agua les chorrea poniéndolo todo perdido.

Atención, pregunta:
¿Qué harán los ocupantes del barco que les ha sacado del agua?

Pausa valorativa, redoble de tambor, riff guitarrero, lo que os guste

Repito la pregunta por si acaso no os quedó clara:
¿Qué harán los ocupantes del barco que les ha sacado del agua?

Respuesta incorrecta: llevarles a un camarote calentito, prestarles una toalla tamaño king-size y cambiarles la ropa mojada por otra seca.

Respuesta correcta: ponerles una triste manta POR ENCIMA de la ropa empapada de agua casi a punto de congelación, situación en la que siguen hasta que dos horas después llegan a puerto. ¿Qué calor puede aportar una simple manta si debajo de ella nuestros protagonistas están total y absolutamente mojados?

Resultado en la película: caras de felicidad, sonrisas y agradecimientos; calor instantáneo.

Resultado en la vida real: pulmonía triple.


La escena anterior puede tener múltiples variantes pero, inevitablemente, cada vez que alguien se cae al agua vestido o se moja bajo un aguacero torrencial, algún alma caritativa tiene la ocurrencia de echarle una manta por encima de los hombros sin quitarle ni los calcetines.


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