domingo, 12 de septiembre de 2010

Papi, ¿ya has visto esta película? Parte 3

Volvemos en Inside View al apasionante mundo del cine, de las películas y sus claves, sus tópicos y sus miserias.
Hace unos días escribí sobre el cine de terror y sus lugares comunes, de esas escenas, situaciones y diálogos que, inevitablemente, se repiten película tras película. Hoy, dedicaré unos párrafos al cine de acción y aventuras.
Comenzaremos comentando algunas escenas clásicas para, más adelante, dar unos consejos a los guionistas que quieran adentrarse en el proceloso mundo de este género cinematográfico en el que abundan las carreras, peleas, balaceras y otras situaciones de la vida cotidiana.
Si una pareja, a ser posible hombre/mujer o policía experimentado/policía novato, llega en un coche a una casa presumiblemente repleta de mafiosos armados hasta los dientes, el primero de ellos dirá, con absoluta seguridad, una de estas frases: "Entraré yo solo. Quédate en el coche" o "No te muevas de aquí". Y, en ocasiones, ambas.
Craso error. 
El avispado compañero sólo esperará a que el otro desaparezca en el portal para salir del coche para entrar en el edificio y provocar tal follón que a duras penas lograrán ambos salir con el pellejo intacto. Pareciera como si temiera que un árbol pudiera desplomarse sobre el coche o un camión de mudanzas empotrarse contra él aplastándole sin remedio. Decir "Espérame aquí" equivale, en estas películas, a: "En cuanto tuerza la esquina sal del coche, sin armas, por supuesto. Sígueme hasta el interior del almacén y, cuando veas que estoy a punto de detener a los criminales, grita como un histérico para distraerme, avisar a los malos y descubrir tu posición y la mía para que ellos nos cosan a balazos". O poco más o menos.
Como consecuencia de lo anteriormente relatado, cuando nuestra pareja de amigos se vea descubierta e intente huir, si uno de los dos es una mujer se tropezará, caerá, perderá un tiempo precioso y, en casos extremos, se romperá la pierna por tres sitios. Lo que sí es seguro es que, como mal menor, se torcerá horriblemente el tobillo. Por cierto que, curiosamente, un día más tarde el esguince se habrá curado como por arte de magia.
Y un dato más, o más bien un problema físico-matemático a propósito de algunas persecuciones a pie: si el perseguido es la chica y corre echando los pulmones por la boca, congestionada por el esfuerzo, en tiempo de récord del mundo de los 5.000 metros, y el malo mantiene un trote cochinero con una velocidad de crucero más propia de un caracol asmático, ¿por qué el malo siempre le echa el guante a la chica? ¿Acaso ha descubierto un agujero negro por el que introducirse en el hiperespacio? ¿O es que la chica es rematadamente gilipollas y se dedica a correr desaforadamente en círculos a la espera de ser descuartizada?
Ya sé que lo que acabo de decir no es políticamente correcto, pero es la realidad... en las películas.

Pareja a punto de poner en práctica lo referido anterioriormente

Seguimos con las persecuciones, esta vez, persecuciones aire-tierra.
Me explico, pero antes una cuestión metodológica: ¿cómo es más seguro huir: en línea recta o en zigzag? Pues depende... Si vas corriendo y te persigue un avión, nunca se te ocurra correr en zigzag. ¿No te has dado cuenta de que las balas procedentes de los aviones siempre marcan un pasillo a ambos lados del perseguido/perseguida? Si se te ocurriera salirte de la línea recta, te alcanzarían sin remedio. Esto sí que lo hacen bien los protagonistas de las películas.
Sin embargo, y teniendo en cuenta que un coche puede girar con más facilidad que un avión y que éste necesita dar una enorme vuelta para volver a perseguir al automóvil en el caso de que éste retroceda o se desvíe bruscamente de su trayectoria, ¿por qué los del coche no aprovechan esta circunstancia y, sin embargo, se empeñan en galopar en línea recta para ofrecer un maravilloso blanco a sus perseguidores?
Otra variante curiosa que resulta interesante considerar: perseguido a pie–perseguidor en un enorme camión. El escenario puede ser la calle de una ciudad o una carretera flanqueada por enormes y numerosos árboles. ¿Qué hará nuestro héroe o heroína? Pues correr en línea recta con cara de velocidad sin ocurrírsele, bajo ningún concepto, desviarse de su trayectoria, aprovechando su mayor capacidad de maniobra y el hecho evidente de que un camión de esas dimensiones no puede pasar por entre los árboles o entrar en un estrecho callejón.
Y una penúltima cuestión que parece consecuencia de alguna de las leyes de Murphy: ¿por qué un vehículo que cinco segundos antes funcionaba como la seda se niega tercamente a arrancar en cuanto los protagonistas se ven apurados y necesitan salir zumbando? Hay que destacar que la probabilidad de que un coche no arranque aumenta considerablemente si quien conduce es una mujer y el automóvil está rodeado por una turbamulta de zombies descerebrados.
¿Hasta cuándo los fabricantes de coches van a soportar tanto oprobio, calumnia y maledicencia? ¿A qué esperan para querellarse por anti-publicidad engañosa?
Antes de despedir el cine por hoy, otra pregunta: ¿de dónde ha salido el estúpido tópico de que el asesino es el mayordomo? Yo no recuerdo haber visto ni una sola película en la que el culpable sea el mayordomo. ¿Será porque no existe?


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