domingo, 19 de septiembre de 2010

Introspección 1

Eso del autoanálisis diario es una experiencia muy útil. Os recomiendo que lo practiquéis como yo. Y, para que resulte más sencillo, os daré unas cuantas orientaciones básicas.
En primer lugar, coged una silla. Una silla corriente, de esas que tienen cuatro patas. Existen en todas las casas...
Después, colocad la silla delante de un espejo, cuanto más grande mejor, y sentaos...

¡¡¡En el espejo no, en la silla, calamidad!!!
   
Sigamos...
Una vez sentados EN LA SILLA, criticaos con furia...
No digo que penséis porque a lo mejor os duele después la cabeza. Vosotros quietecitos en la silla, frente al espejo, con la ventana de la habitación abierta de par en par por si pasa alguna idea despistada y se os cuela dentro.
Como medida de precaución, no estaría de más coger, antes de sentarse, un par de bocadillos y un botiquín de primeros auxilios.
Los bocadillos, por si la idea tarda en llegar.
El botiquín, en previsión de una embolia si la idea llega.
¿Ya estáis sentados en vuestra silla favorita?
¿Os reflejáis bien en el espejo?
¿La ventana está abierta?
¡¡¡Perfecto!!!
 
Tic-Tac... Tic-Tac... Tic-Tac... Tic-Tac... 
 

Todavía no habrá ocurrido nada, supongo. Las ideas no abundan, y menos las buenas, porque estupideces las hay a patadas. Seguro que casi sin esfuerzo os vendrá a la mente una gran variedad de ellas.
Tranquilos, que no cunda el pánico, hay que tener paciencia. Todo es cuestión de hábito, de ejercicio, y me temo que estáis muy bajos de forma en eso de pensar.
Es lógico, no practicáis y luego pasa lo que pasa: que os duele la cabeza.
Técnicamente, a eso se le llama... agujetas cerebrales.
 
  

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