En la entrada de hoy, hablemos del amor... una vez más.
Del amor fraternal, del amor paterno-filial, del amor conyugal, del amor sexual (no confundir con el anterior), del amor fetichista, del que siento por todos vosotros y, por supuesto, del que sentimos por nosotros mismos. A eso se le llama masturbación, que no conviene confundir con el onanismo. Onán fue el precursor de la marcha atrás, el conocido método para embarazar, siempre precedido por frases como: “No te preocupes, que yo controlo”.
Pero, antes, una cuestión de orden: ¿qué es el amor?
El amor es un fuego.
Arde por todas partes y desfigura a todo el mundo.
Es la excusa que el mundo pone por ser tan feo.*
Los objetos del amor son muchos y muy variados. En realidad, uno puede enamorarse de cualquier persona o cosa. Desde unas zapatillas carcomidas al último modelo de automóvil de la casa Ferrari.
Hay amores puros y amores depravados. Entre estos últimos, podríamos citar la pasión desenfrenada que algunos sienten por las películas de Saura o Víctor Erice. Éstos son, desgraciadamente, individuos irrecuperables para la sociedad.
En ocasiones, el amor es extraño, fetichista, muy particular. Te puedes enamorar de unas manos, de una caída de ojos, de unas caderas bamboleantes al andar.
Tengo que decirte que nunca supe,
hasta que te diste media vuelta para irte,
que tenías el más perfecto de los traseros.
Perdóname por no haberme enamorado de tu cara
ni de tu conversación.*
Te quiero tanto que, cuando no te veo... igual me da.**
*Leonard Cohen
**Mi viejo
Ajá, mira vos! que tema que tocaste hoy, interesantes la categorizacion del amor... por cual andaremos en este momento? segui asi Rich, siempre es un placer leerte
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