Cuando llega la hora de que los buenos ciudadanos estén en la cama preparándose para dormir, hay algo que, en muchas parejas, es un serio impedimento a la hora de conciliar el sueño.
RONCADOR PROFESIONAL |
Me refiero a los terribles, temibles y odiados ronquidos.
Así que, si estás en la cama escuchando la radio y te preparas para dormir, pero alguien a tu lado te molesta o distrae con sus estentóreos rugidos, podrías optar por el asesinato...
Cualquier juez te absolvería.
Si no quieres elegir la solución definitiva antes apuntada, puede que hoy ya sea tarde, pero mañana puedes poner en práctica un remedio infalible, o casi, para esa horrible tortura. Ten en cuenta que un buen codazo en las costillas o un fuerte pellizco en las nalgas no siempre tienen el resultado apetecido. Lo más seguro es que el roncador profesional se despierte, farfulle alguna disculpa (algo que negará a la mañana siguiente), se dé media vuelta... y continúe roncando como si tal cosa.
La solución que te voy a decir a continuación, además, no tiene efectos secundarios... o casi.
Mira, lo que hay que hacer es coser una pelota de tenis en la espalda del pijama o camisón del feliz roncador o roncadora, que para esto no hay diferencias de sexos.
Cuando el infame se ponga de espaldas en la cama, boca arriba, momento crítico en estos casos, momento en el que más y con más saña se ronca, se verá forzado a darse inmediatamente la vuelta y permanecer boca abajo o de costado, con lo que los ronquidos se detienen, salvo en los casos más recalcitrantes.
Para esos, para los que roncan hasta colgados por los pulgares de los pies, sólo queda aplicar el primer remedio que os he dicho. Si no lo recordáis, rebobinad cinco de párrafos y allí estará, en negrita y color verde.
Ah, se me olvidaba: si tu pareja duerme en pelota picada, ni se te ocurra coserle la pelota de tenis a la piel de la espalda. Ahogar sus berridos de dolor seguramente te llevará al rebanamiento del gaznate, y tampoco creo que te lo ponga fácil, y para este caso no hay atenuante que valga.
SÓCRATES |
Y es que lo terrible no es que existan millones de roncadores en el mundo. Lo peor es que hay muchos más que tienen que soportarlos.
El sueño es, junto con el sexo, además de gratis, la más importante, influyente y gozosa de las actividades del cuerpo humano. A pesar de ello, cuentan que Sócrates, el gran filósofo griego, no el futbolista brasileño, era insomne. Por ello, se pasaba las noches hablando a su mujer.
Más tarde, esas charlas nocturnas se convertían en su filosofía. Como es fácil de adivinar, la única persona que aborrecía el insomnio de Sócrates era... la señora Sócrates.
Una noche, cansada ya de tanta charla, derramó el contenido de un orinal sobre la preclara cabeza de su marido.
El resultado fue, por supuesto, una nueva discusión filosófica.
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