lunes, 15 de noviembre de 2010

Fondos de reptiles

Se conoce como fondo de los reptiles a las subvenciones secretas que el gobierno hace a la prensa para que esta se muestre una posición más favorable hacía sus políticas. Fue una práctica muy extendida en Europa durante el siglo XIX.

No le encuentro otra explicación. Si cambiamos “el gobierno” por cualquier otro poder fáctico relacionado con el fútbol, es posible que mi obtusa mente pueda entender el cúmulo de idioteces, teorías absurdas y comentarios malintencionades que he tenido que leer y escuchar en los últimos días. Y, antes de que me caiga encima una jauría de leguleyos, he de aclarar que, en este caso, cuando se dice “subvenciones”, no me refiero a subvenciones dinerarias. O no sólo a ellas. Hay mil y un formas de recibir pagos y prebendas por los servicios prestados.
PROVOCANDO, SÍ
No me quiero retrotraer demasiado en el tiempo, así que comenzaré con la famosa “espaldinha” de Cristiano Ronaldo en el partido frente al Atlético de Madrid. Lo más suave que se dijo de tal suerte futbolística fue que había sido una provocación. Y, en efecto, lo era: provocaba sonrojo que profesionales del fútbol (como Raúl García) o del periodismo (aquí son legión, así que no os aburriré con una interminable lista) pudiesen llegar ni siquiera a plantearse que ese recurso, tan alabado en Ronaldinho o Ibrahimovic, fuese un menosprecio porque el lomo en cuestión fuese el del portugués del Real Madrid.
Tampoco quiero entrar demasiado en el tedioso debate sobre si Preciado se pasó tres pueblos o es un santo varón con una paciencia un poco más escasa que la de Job, y mucho menos en el vergonzoso coro corporativo y ventajista formado por Pochetino, Emery y demás entrenadores que han bendecido al entrenador del Sporting. Simplemente un breve apunte: Preciado terminó el entrenamiento; Preciado se duchó; Preciado compareció en rueda de prensa y la lió, dicen que por un calentón, ya que no tenía pensado, según sus propias palabras, hablar de Mourinho. Pero dicen las malas lenguas de doble filo que todo lo que dijo Preciado, muy bien hilado, muy coherente, muy bien medido, lo tenía pensado y escrito desde la mañana. Así que, de calentón, nada de nada.
Sí quiero recordar una vez más, y es que no me canso de citarla, una frase que le escuché hace años a Iñaki Gabilondo: “Cuando un hombre sabio señala la luna, los idiotas miran su dedo”.
¿Qué quiero decir con esto? Que lo importante del partido de ayer entre el Sporting y el Real Madrid no fue que a Cristiano (y a unos cuantos de sus compañeros) le sacaran a patadas del campo, ni tan siquiera que, en la última jugada del partido, si Botía le pilla bien la rodilla, le retira del fútbol para los restos. No, lo verdaderamente nuclear del asunto es que Cristiano provoca continuamente, crispa a los contrarios con sus gestos, ademanes, aspavientos y jugadas. Y eso, un crack de verdad no lo debe hacer. Andújar “el que ve con el rabillo del ojo” Oliver, dixit.
Traducido a un lenguaje que todos puedan entender, Cristiano, como buen ídem, lo que debe hacer es soportar estoicamente que los contrarios le busquen, y muchas veces encuentren, los tobillos, las rodillas y lo que se tercie sin rechistar ni protestar. Que se olvide de hacer bicicletas y amagues, de intentar confundir a los rivales, de taconazos y rabonas, de goles por la escuadra. Porque, mientras siga haciendo eso, no dejará de ser un broncas provocador. Que si le gritan “ese portugués que hijo puta es”, no debe montar un numerito como los que organizaba el hermano Eto’o: no te pueden llamar negro, pero sí hijo de puta y desear que te mueras.
Esta misma tarde lo decía un jugador del Sporting, Rivera, antiguo jugador blanco, y otro de los que miran el dedo: “Cristiano se pasó todo el partido provocando, amagando en momentos puntuales con dar un balonazo, y eso crispa a los contrarios”. ¡Acabáramos! Es mucho peor amagar con dar un balonazo, si es que eso fuese cierto, que hacerle tres duras faltas en seis minutos y buscarle la rótula con saña en el minuto 93 de partido.
PERIODISTA Y COLEGIADO
A propósito de esa entrada de Botía, esta tarde no salía de mi asombro al escuchar a Alberto D. Prieto, colaborador de Radio Marca, y que tiene un blog en Marca.com con el título de Periodista y Colegiado. La peregrina, por no decir completamente imbécil, teoría de este buen ciudadano es que el árbitro se podía haber ahorrado perfectamente la tarjeta roja a Botía porque era el minuto 93, el partido ya estaba decidido y el castigo para el defensa del Sporting no sería para el partido que se estaba jugando sino para el siguiente.
A ver si lo entiendo, ya os dije al principio que soy bastante zote: si un partido va 5 a 0 y un defensa cualquiera, en el tiempo añadido del segundo tiempo, decide sacudirle un tantarantán a un delantero cualquiera, digamos una patada voladora De Jong style, ¿para qué sacarle la roja si el partido ya está decidido y casi acabado? ¿O eso sólo se aplica si el delantero es un mal bicho provocador como Cristiano Ronaldo?
El señor Alberto D. Prieto, en su inmensa estulticia, acaba de abrir la veda para la venganza de los leñadores contra los futbolistas. Si un delantero se me va en velocidad 6 de cada 5 veces, si me hace caños y/o rabonas, si me regatea como si fuese un colegial, lo que tengo que hacer es esperar al tiempo añadido para sacudirle un patadón que lo saque del campo. El árbitro, siguiendo los doctos consejos del Periodista y Colegiado, se ahorrará la tarjeta roja y yo me iré feliz y satisfecho a casita. Me habrá burreado, pero la patada en el costillar no se le va a olvidar al provocador ése.
Pero volvamos a Mourinho, porque la tarde ha sido fructífera en majaderías producto de un cerebro obnubilado. 
Escenario: nuevamente Radio Marca. 
Protagonista: Roberto Palomar, ése al que no le gustan los lunes… ni Mourinho. Después de despacharse a gusto acusando al portugués de todos los males del Madrid, del ambiente de hostilidad que se respira en los campos que visita el equipo blanco, de la mala imagen que ahora proyecta el equipo, no ha dudado ni un segundo en responsabilizarle del ambiente de crispación que, según él, asola el fútbol patrio.
ROBERTO PALOMAR
Dos ejemplos puestos por el señor Palomar: rifirrafe entre Guardiola y Garrido el sábado en el Nou Camp. ¿De quién es la culpa? DE MOURINHO
Amargas quejas del presidente del Athletic, García Macua, por el arbitraje que dice haber sufrido su equipo en el partido contra el Almería. ¿Quién es el responsable de esas declaraciones? Premio para el caballero: JOSE MOURINHO, porque ha puesto de moda el gesticular, protestar y montar espectáculos en la banda. Y eso crispa mucho. 
Lo decía tan serio y tan vehementemente el hombre que hasta estuve tentado de creérmelo.
Parece ser que Jose Mourinho es responsable, con efecto retroactivo, de las broncas que, desde que tengo uso de razón, se montan en Pamplona cada vez que el Madrid visita a Osasuna. Y lo mismo se podría decir del partido del cochinillo y la botella de JB celebrado en el Nou Camp. De las pancartas que rezaban "Primero Fernando Martín. Después Petrovic. El siguiente eres tú", dedicadas en ese mismo campo a otro archiconocido violento provocador como era Michael Laudrup. Y de tantos y tantos recibimientos de uñas que ha padecido el Real Madrid desde… siempre.
Los dicho, o son todos unos perfectos cretinos, o los fondos de reptiles funcionan como nunca. 
No se me ocurre otra explicación.

1 comentario: