(Tercera parte de la transcripción de la clase magistral que Profesor Kaputnik impartió en el Aula de Cultura de Paracuellos del Jarama el pasado 23 de agosto)
Prof. Borislav Kaputnik |
Tras la breve introducción a la biología, en la que hablamos de los animales unicelulares, abordamos hoy seres un poco, sólo un poco, más complejos: los seres humanos.
La diferencia entre éstos y los animales irracionales radica en que los humanos, a veces, piensan.
Los dos órganos más importantes de los seres humanos son tres: el cerebro, el corazón y el sistema nervioso, que se divide en central y paranéctico, y está formado por pequeñas láminas blancas que circulan por el cuerpo.
El cerebro se divide en dos hemisferios, hemisferio norte y hemisferio sur, y está situado en la cabeza, justo entre las orejas. Es muy duro y tiene dentro una pasta blanda dividida en séfalo y enséfalo. Para mayor seguridad, el cerebro está protegido por las meninges que pueden ser microbios denominados pía madre, dura madre y mater et magistra.
Su funcionamiento es muy sencillo: las ideas, después de hablar, se van al cerebro, donde se encuentran con el bulbo raquídeo, que tiene forma ondulada y por el que pasa el bolo alimenticio.
Del cerebro sale la médula, un tubo hueco de unos 10 ó 12 metros de largo. Según los antiguos, allí reside el alma.
El corazón, además de producir la sangre, sirve para que ésta no de vueltas por el cuerpo como tonta. Sus movimientos se llaman díptole y áptole. Otras corrientes los denominan sístole y contróstole.
La muerte, al pararse el corazón, es muy natural. Por ello, este órgano está protegido por las costillas que, en contra de lo que piensa mucha gente, no son 24 sino 12 pares.
El corazón es el centro del aparato circulatorio, semejante a una gran ciudad con muchas callejas, que está compuesto por infinitos vasos por los que corre el preciado líquido que es la sangre.
En la sangre destacan sobre todo los hematíes, también conocidos como limonitas, cuyo color rojo se debe a un pigmento llamado pituitaria. Su número aún no está muy exactamente determinado: unos piensan que son infinitos, mientras que otros opinan que caben 7.000 en una gota. Personalmente, yo creo que son 2.100, es decir, cinco millones por minuto.
LEUCOCITOS EN ACCIÓN |
Los leucocitos (de Leu, animal, y Cocito, pequeño) son, como su propio nombre indica, los glóbulos blancos. Según los fisiólogos alemanes, son microbios buenos que se comen a los malos y, de paso, impiden el paso de los insectos. La escuela inglesa cree que sirven para transportar la sangre y hacerla buena.
La circulación puede ser arterial o venosa. La arterial es la mejor porque es dulce.
La vena más importante, la vena aorta, pasa por el estómago, donde recoge las sustancias beneficiosas para el organismo. Las demás, las expulsa al exterior.
Por su parte, el sistema nervioso hace actos voluntarios o involuntarios según el estado de ánimo. Un acto involuntario es hacer daño o matar al que le ofende o martiriza. Un acto voluntario consiste en morderse los dedos o tirarse de los pelos.
Una persona puede cometer actos nerviosos porque el sistema nervioso no se lo dice. Hay otras personas que son muy tranquilas, lo cual indica que el sistema nervioso no le ataca.
El sistema nervioso se divide en central y paranéctico, o de la vida vegetativa. Este último es el de los vegetales y difiere del humano en algunas cosas, pero generalmente está alrededor de un núcleo, y desde ahí se ramifica como las ramas de un árbol. La corriente nerviosa comienza en las terminaciones nerviosas, que son las que cuando pasa algo que no han recibido los nervios, de un salto empiezan a ponerle los pelos de punta.
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