jueves, 5 de mayo de 2011

Bildu

Bildu: Reunirse; juntarse


Llevo unos cuantos día sopesando la idea de escribir una entrada sobre la legalización o no de Bildu, y su presencia en las próximas elecciones municipales. Para ser sincero, la verdad es que no tenía muchas ganas, pero, ya que rompí la regla autoimpuesta de no hablar de fútbol en Inside View, ¿por qué no escribir, aunque sea sólo una vez, de política pura y dura?
Vaya por delante que no soy independentista, ni nacionalista, ni regionalista, ni considero el lugar donde nací el mejor y más hermoso del universo. Cada sitio tiene su parte hermosa y su parte fea, e idiotas los hay en todas partes, así que Bilbao, para mí, no es más que la villa en la que nací hace 56 años y donde he residido casi toda mi vida. Suelo definirme como apátrida genético, y así lo dije en una entrada en este blog: Desde siempre, un extraño.
He explicado lo anterior para que quede claro que nunca jamás votaría a Bildu, bueno, ni a Bildu ni a ningún otro partido político de los que ahora existen, pero me joden enormemente las trampas. Porque de trampa estamos hablando cuando se cambian las reglas de juego a la mitad de un partido porque así conviene a uno de los contendientes. Parafraseando a Groucho Marx, lo que ahora están haciendo los que se llaman partidos "democráticos" es decirle a la izquierda abertzale: "Estas son mis exigencias, si las cumples, aquí tengo otras".
Se le ha pedido al "entorno de ETA" que se desmarque de la organización, que condene el terrorismo y la violencia, que apueste por vías pura y exclusivamente pacíficas, y, cuando lo hace, la respuesta es: "¿Sabes una cosa? Que no te creo; así que, a las tinieblas exteriores, sin pasar por la casilla de Salida y, por supuesto, sin que puedas presentar tus listas electorales". Porque de eso se trata, de que el Supremo ha dicho no me creo una palabra de lo que dices, pruébame que eres lo que dices ser, bueno y beatífico. Es decir, prueba que eres inocente en lugar de lo lógico y establecido en un país que se dice democrático: es el que acusa quien debe demostrar la culpabilidad con pruebas fehacientes y más allá de toda duda razonable, no con suposiciones y juicios previos.

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