jueves, 30 de septiembre de 2010

Virus culé

Autobiografía (no autorizada) de un idiota 
[Fragmento]


Pillado a media meada, zapateé con los pantalones desabrochados hacia la puerta y la abrí. El rellano estaba vacío. Casi la había vuelto a cerrar cuando vi un pequeño objeto sobre el felpudo. Era un CD sin etiquetar.
Lo recogí, entré en casa, me senté en la mesa del despacho, metí el disco en un reproductor que tenía guardada en un cajón y esperé.
Un redoble de tambor me hizo pegar un salto y esconderme debajo de la mesa, pero nada más ocurrió. O casi.

(Fanfarria... más fanfarria y un coro diabólico atronando la habitación)

—¡Tot el camp! ¡És un clam! ¡Som la gent blaugranaaaa…!
No podía dar crédito a lo que oía. Aquello no era posible. El virus culé en el santuario inviolable de mi hogar, invadiendo el aire que me rodeaba.
Asomé la cabeza por el borde de la mesa, con cautela, no fuese a contagiarme de algún mal incurable, y observé el aparato con una sensación de repugnancia indescriptible. Los ojos, enloquecidos, me daban vueltas en sus órbitas; la boca se me contrajo en un rictus de agonía; mis tripas parecían... 
No, es inútil seguir, ya he dicho antes que era una repugnancia indescriptible.
Cerré los ojos y, palpando la superficie de la mesa, localicé el reproductor e intenté pararlo. 
No pude.
Pulsé repetidamente el botón de stop, saqué las pilas, pero el maldito coro vocinglero seguía aullando inmisericorde:
—¡...ara estem d'acord, estem d'acord, una bandera ens agermana!
Ya era demasiado. El volumen del aparato estaba bloqueado, la tapa estaba bloqueada, mis esfínteres amenazaban con desbloquearse.
—¡Maldito aparato de los cojones, muérete de una vez!—chillé como un hombre histérico.
Sin abrir los ojos, controlando a duras penas los espasmos y náuseas que sentía, agarré a ciegas lo primero que encontré y comencé a golpear salvajemente el aparato... y de paso alguno que otro de mis dedos.
Mágicamente, se hizo el silencio. Aliviado, abrí los ojos un poquito. Sin soltar el reproductor, y con el improvisado martillo en alto y preparado, abrí aún más los ojos. Continuaba el silencio. Los abrí del todo y suspiré aliviado.
—¿Uh…?
—¡¡¡Barça!!! ¡¡¡Barça!!! ¡¡¡Baaaarça!!!
Sentí como si una mano gigante y helada me apretase brutalmente las pelotas. El vello se me erizó, las tripas se me encabritaron, mis esfínteres perdieron definitivamente el control. Giré enloquecido, tropezando hasta con las rayas de la alfombra, y caí de rodillas al suelo. Un grito de salvaje alegría me abrasó la garganta cuando, antes de casi perder para siempre la cordura, arrojé el aparato a la calle.
—La próxima vez, abro primero la ventana.pensé.
La ráfaga de aire que penetró por el cristal roto me reanimó. Repté como pude hasta la ventana; trabajosamente me puse en pie y miré desconsolado al exterior. Allí estaba, agazapado como una cucaracha en el paso de cebra. Al pasar a su lado, un peatón pegó un salto que le hubiese calificado para 'Londres 2012'. Después, el pobre hombre salió de estampida como Curro Romero a la hora de entrar a matar.
Era increíble, ¡el muy cabrón todavía funcionaba!
Noté un nuevo retortijón en el vientre, pero ya no me importaba nada. 
Contuve la respiración cuando un taxi pasó rozando el reproductor... sin darle. Me dejé caer de culo al ver reducido a puré el maldito artefacto tras acertarle de lleno el camión del butano.
Entonces lloré. Me cubrí la cara con los brazos y lloré.
   En la mano, apretada como un cepo, conservaba todavía el objeto que había utilizado para machacar el reproductor de CDs. Hasta media hora más tarde no me apercibí de que los restos del teléfono inalámbrico no tenían más futuro que la basura.



miércoles, 29 de septiembre de 2010

Desde siempre, un extraño

Haber rebasado la frontera de los cincuenta, deslizándose velozmente hacia los sesenta, parecía una buena excusa para hacer resumen y balance de los años vividos. A fin de cuentas, aquel momento era tan bueno, o tan malo, como cualquier otro.
Nacido en Bilbao casi en la mitad del siglo XX, exactamente cinco años después, desde muy pequeño había percibido que no encajaba con el entorno. Ni tan siquiera en algo tan aparentemente nimio como el fútbol había sido capaz de sentir el más mínimo amor por los colores del Athletic. Peor aún, ya que, sin que existiera una razón lógica, era un madridista acérrimo. ¡Y cómo dolían las burlas de los compañeros de colegio tras el mítico 5–0 de San Mamés!
En el mundo de las artes, incapaz de soportar los latazos de las películas europeas, francesas y españolas en particular, con Chabrol, Saura o Erice a la cabeza del hit-parade de los horrores, prefería cualquier teleserie made in USA o un buen culebrón de Venevisión a “La conquista de Albania”.
Cansado de morir de aburrimiento, había dejado la denominada literatura con mayúsculas para gozar del placer de la ciencia-ficción, del  terror del vilipendiado Stephen King o de las delirantes aventuras de los personajes creados por Tom Sharpe. “Mazurca para dos muertos”, firmada por Camilo José Cela y una conocida marca de fotocopiadoras –escriba quince páginas y repítalas hasta el infinito–, quedó sin terminar; “Rayuela”, de Cortázar, no pasó de la página cien; Milan Kundera permaneció inédito: ¿cómo puede leer alguien una novela que se titule “La insoportable levedad del ser”?
Chillida o Ibarrola, al igual que Tapies y Miró, no eran para él sino embaucadores; la movida madrileña un fraude, y el renombrado RRV (Ruido Radical Vasco), un producto promocionado por un par de críticos madrileños. Musicalmente, sentía más cercana la música country, Van Morrison o el blues de John Lee Hooker que a los gorgoritos de Serrat o las letanías de Xabier Amuriza y otros bertsolaris al uso. Prefería el folk celta a la trikitixa, la dulzaina o la guitarra española. En resumen, era un caso perdido.
El periodismo había sido una vocación temprana pero de ejercicio tardío, aunque el corporativismo clásico del gremio siempre había sido un  concepto ajeno al vocabulario que manejaba. Antes al contrario, periodistas y médicos estaban encaramados ex aequo en el primer puesto del ranking de profesionales a detestar, seguidos a muy corta distancia por los  abogados y los procuradores, esa extraña y siniestra figura que parece creada sólo para sacarte los cuartos cuando te ves inmerso en algún pleito legal.
Una vez metido en el mundo de los medios de comunicación, había conseguido realizar una meteórica carrera, de la nada a una modesta cumbre, para caer en las más profundas simas del desempleo. Tenía que reconocerlo aunque le doliera: era un perfecto inútil en el “arte” de pasillear, puentear, intrigar, apuñalar aviesamente y por la espalda, poner zancadillas y mentir como un bellaco para mantenerse en el lugar alcanzado. Por ello, nada más lógico que despeñarse. No se permiten ingenuos ni idealistas, a no ser para que alfombren el paso de otros con más ambición y/o menos escrúpulos
Políticamente, había apostado siempre al caballo perdedor. Demasiado joven y estúpido para vivir el Mayo del 68, ferviente antimonárquico, marxista convencido –de Groucho y del otro–, ni siquiera podía presumir de un brillante y heroico pasado de militancia antifranquista.
Aunque nacido en Bilbao, como ya se ha dicho al principio, la pugna abertzalismo-españolismo le resultaba tan incomprensible como la física cuántica. Las palabras vasco, español, europeo,... y todo lo que llevan aparejado, himnos, banderas, símbolos, patrias, no significaban nada en absoluto. Ni vasco, ni español, sino todo lo contrario. Hasta ciudadano del mundo se le quedaba pequeño.
¿Acaso no había en el mundo alguien que pensara o sintiera de la misma forma? Por lo que sabía, no. Al menos, no muchos.
Tenía que aceptarlo, era un perfecto ejemplo de forastero en tierra extraña allá donde estuviera.



martes, 28 de septiembre de 2010

Papi, ¿ya has visto esta película? Parte 6

(Tras el paréntesis de la entrada anterior, no creo que tamaño desliz se vuelva a repetir, volvamos a temas serios que nos tienen en un sinvivir a todos)


Una vez más, en Inside View ha llegado el momento de parlotear sobre el cine. No es que tenga mucha idea del asunto, esto, desgraciadamente para los lectores, no es La Claqueta. Sin embargo, la ignorancia es atrevida y, en Inside View, me atrevo con todo. No pretendo dictar clases de cinematografía, ni tan siquiera de crítica cinematográfica, simplemente haceros pasar un buen rato y demostrar que, además de tener cara de tonto, efectivamente lo soy.
Hoy empezaremos nuestra disertación con unas breves notas sobre las armas en el cine y sus consecuencias: heridos, sangre a raudales, muerte y destrucción por todas partes.

Las armas, primera entrega

En primer lugar, hablaré del archiconocido Síndrome de la Bala Vaga, que es aquella que siempre se cae al suelo antes de impactar en el cuerpo de los protagonistas de la película. El enunciado de este síndrome podría ser éste:
“Sea cual sea la distancia a la que se encuentra el tirador, las balas vagas siempre impactarán contra el suelo, exactamente junto a los pies de los pobres tiroteados”
Para que quede más claro, pongamos un ejemplo:
Película, cuyo título no recuerdo, protagonizada por Gene Hackman, en la que éste debe proteger a una mujer que ha sido testigo de un asesinato cometido por un mafioso. La mitad de la película se la pasan en un tren, intentando escabullirse de los sicarios del mafioso.
Al final, como no podía ser menos y para no defraudar a la concurrencia, Hackman, la chica y el tropel de sicarios asesinos suben todos ellos al techo del tren para corretear de aquí para allá cual gráciles damiselas.
En un momento dado, el sicario mayor les apunta con su pistola, el brazo extendido, paralelo al techo del tren y a la altura del hombro. Para mejor comprensión de la escena, digamos que el asesino profesional y sus víctimas están separados por unos diez metros.
El malo dispara, Hackman agarra a la chica y la tira al suelo. Las balas, en lugar de pasar zumbando por encima de sus cabezas, impactan contra el techo del tren, justo al lado de los cuerpos caídos de nuestros bienamados héroes. Es decir: una bala que sale a toda pastilla del cañón de la pistola, cae al suelo nada más recorrer escasos diez metros. No hay duda, es una bala muy vaga.
Complementario del síndrome de la bala vaga es el Teorema de la Pistola con Mala Leche, que puede tener dos posibles formulaciones.
La primera dice así: "Cuando se enfrenten a un malo desarmado, toda pistola en manos de los buenos de la película se encasquillará sin remedio"
La segunda formulación es como sigue: "Cuando el malo se encuentre a tiro, es decir, a menos de tres metros de distancia, la pistola de los buenos se quedará sin balas"
Como corolario del teorema podríamos añadir: "En ambos casos, la reacción de los buenos será siempre la misma: arrojar la pistola contra la cabeza del malo sin que jamás lleguen a acertarle"
Estudiosos del tema han llegado a la conclusión de que este teorema nunca se puede aplicar a los malos excepto cuando queden menos de cinco minutos para terminar la película.
Existen excepciones al teorema. Es el caso de John Wayne, capaz de eliminar a más de setecientos indios sin recargar ni una sola vez su revólver de seis tiros.
Con relación a las armas de fuego, existe una regla de oro que los buenos, siempre respetuosos con la propiedad privada, nunca han de romper: "Si por azar, pura suerte o astucia, consiguen poner a dormir a un malo, jamás deberán arrebatarle la pistola que lleve, aunque los buenos vayan armados sólo con sus buenas intenciones"
Contravenir esta regla acarrea graves complicaciones y, normalmente, la pistola se verá afectada por el teorema anteriormente señalado, el de la mala leche, y se encasquillará o se quedará sin balas en el momento más inoportuno. Por ello, la mejor manera de actuar es no coger la pistola. En caso de caer en la tentación de tener una buena idea, es preciso perder el arma antes de tener la oportunidad de utilizarla.
Por si fuera poco, lo normal es que al intentar arrebatar el arma a un malvado inconsciente, éste se vea atacado por el ya conocido Síndrome Jason, despierte como por encanto y nos eche las zarpas encina.
En una próxima entrega os contaré más cosas de las armas en las películas pero, antes de despedirme por hoy, una última cuestión:
¿Por qué un asesino profesional, tirador de élite armado con un fusil de mira telescópica, es capaz de acertarle entre los ojos a docena y media de secundarios y figurantes, pero es incapaz de ni tan siquiera rozar con una bala al protagonista de la película?
Ahí os dejo la pregunta para que reflexionéis un rato... si es que sabéis.

JOHN WAYNE y su Colt mágico


Periodistas

Cuando comencé a escribir este blog, hace apenas un mes, me prometí a mí mismo no caer en la tentación de tratar temas banales y sin importancia. Los que habéis seguido estas páginas desde el 5 de septiembre podéis dar fe de que he cumplido a rajatabla mi promesa. Sin embargo, los acontecimientos de ayer, más concretamente esperpéntica la rueda de prensa en la que participó Jose Mourinho, entrenador del Real Madrid, han hecho que me replantee esa decisión. Y dicho y hecho, hoy rebajaré el nivel de los asuntos tratados en Inside View para ocuparme de la prensa deportiva de este país, España.

La prensa deportiva en el País de las MOUravillas 
Pesadilla antes (y después) de Navidad

El problema fundamental de los medios de comunicación españoles cuyo ámbito informativo es el deporte, y por consiguiente de su trabajadores, los periodistas, es que están muy mal acostumbrados. Y tras tantos años de tiranía sin que apenas nadie ose llevarles la contraria, la llegada de Mourinho les ha pillado con el paso cambiado. Día tras día, en cada edición de cada periódico, en cada minuto de radio o televisión, han juzgado severamente, a veces con crueldad, a entrenadores, directores deportivos, presidentes o jardineros de los estadios con total impunidad, como si tuviesen patente de corso para decir lo que les viniera en gana. Los palos les han llovido a todos aquellos personajes que no se han plegado a sus deseos, a su forma de entender las cosas, y muy pocos se han atrevido a levantar la voz y la queja. Y esta minoría, sistemáticamente, ha sido tachada de prepotente, egocéntrica, maleducada, cuando no directamente de macarra.
Los periodistas deportivos, la mayoría de ellos, acostumbrados a ejercer casi sin réplica su derecho a la crítica, a veces amistosa, a veces despiadada y malintencionada, han demostrado reiteradamente que, cuando el objeto de las críticas son ellos, tienen la piel tan fina como la del culo de un bebé. No les sienta nada bien el papel de alguacil alguacilado, y reaccionan (casi) todos al unísono con un corporativismo bastante patético. Han actualizado el famoso “¿sabe usted con quién está hablando?” para convertirlo en un triste “¿quién se cree usted para darme clases de periodismo?”.
Anoche, fustigándome las neuronas escuchando la radio, saltando de emisora en emisora, varias cosas me quedaron muy claras. La primera, que el rejón que les clavó Mourinho ha escocido mucho más de lo que quieren aparentar. La segunda, que algunos son analfabetos funcionales o tienen muy mala leche al interpretar lo que escuchan. Y tercera, que muchos de ellos mienten más que hablan. Porque mentir es decir lo contrario de lo que se piensa con intención de engañar, pero también decir medias verdades u ocultar detalles relevantes de la realidad para poder explicarla según te convenga.
Porque no es cierto que, como titulaban muchos, el entrenador del Real Madrid plantase a la prensa o diese la espantada. Antes de que Jose Mourinho se levantase para irse, ya se sabía que sus palabras eran la respuesta a LA ÚLTIMA pregunta de la rueda de prensa, algo que, sistemática e interesadamente, se ocultó o se minusvaloró como poco relevante.
En Onda Cero, un dicharachero y jocoso Ángel Rodríguez, me parece que la procesión iba por dentro, en respuesta a la pregunta de José Mourinho “¿por qué no me preguntáis la alineación de mañana?”, tenía la cara dura de responder despectivamente: “Porque ya la sabemos. Incluso dos días antes de que se anuncie oficialmente”. Y añadió: “Yo prefiero preguntársela a mi compañero Fernando Burgos antes que a Mourinho”.
Entonces, me pregunto yo, ¿para qué demonios mandáis a un periodista a la rueda de prensa si ya lo sabéis todo? ¿Para preguntar sobre los motivos de la ausencia de Pedro León, ausencia que, según el propio Rodríguez, les había causado una gran sorpresa? ¿Sorpresa? Pero, si ya sabían la alineación dos días antes, ¿cómo puede ser eso una sorpresa para tan excelsos periodistas?
En la COPE, en la misma línea, aseguraban que ellos preguntarían lo que les interesa A ELLOS, ni siquiera a sus oyentes, no lo que Mourinho quiera, y no aceptaban clases de periodismo de nadie. Cierto es que, en esta emisora, sí que hubo una voz discrepante de la línea oficial. Joseba Larrañaga entendía que, si los periodistas se pasan la vida criticando a los profesionales del fútbol, es justo que estos también hagan lo propio con los informadores.
No es cierto que Jose Mourinho menosopreciase como profesional a Pedro León. Solo alguien que tiene mala intención o, como decía al principio, es analfabeto funcional y no sabe correlacionar las frases, puede aseverar tal cosa. Hay que escuchar la argumentación completa, no sólo una parte, de lo que Mou dice sobre el ex-jugador del Getafe. Y, también, conocer la realidad. O, por lo menos, querer conocerla y no ocultarla.
Cómo no va a sorprenderse el entrenador del Real Madrid de que le pregunten con insistencia sobre la ausencia de un jugador que apenas ha jugado un par de partidos, y no completos, desde que se inició la temporada oficial. Un jugador que no es lo que se denomina un crack mundial (Maradona, Zidane, Don Alfredo) fundamental para el Madrid, aunque según su entrenador sí sea “un óptimo futbolista”. Se entendería ese empecinamiento en preguntar si el ausente fuese Cristiano Ronaldo o jugase Dudek de titular en detrimento de Casillas, pero no en el caso de Pedro León, que es, lo miremos como lo miremos, un suplente con un papel muy secundario hasta el momento.
Tal vez el quid de la cuestión de todo el lío montado alrededor de la rueda de prensa de ayer radique en las palabras de Alfredo Duro esta mañana en Radio Marca: “La prensa deportiva esperaba que Mourinho diese razones EXTRADEPORTIVAS para justificar la ausencia de Pedro León”. Y no fue así. Y una vez más, la realidad, estropeó un buen titular. Y no veáis cómo jode…
Otra de las acusaciones vertidas contra el entrenador madridista es que, lo ocurrido ayer, no es sino una cortina de humo, una maniobra de distracción para tapar el mal juego de su equipo. Más aún, algunos afirman que Mourinho se niega a hablar de fútbol en las ruedas de prensa porque, si lo hiciese, se quedaría con las vergüenzas al aire. ¿Acaso en la de ayer le hicieron alguna pregunta sobre fútbol? ¿O sólo sobre Pedro León?
Pero esto es ya una historia vieja y mil veces repetida. La temporada pasada, en una rueda de prensa previa a un partido de Liga, Manuel Pellegrini fue bombardeado una y otra vez con preguntas sobre Guti y su “anómala” situación dentro del club. Finalizada la comparecencia, algún periodista se quejaba amargamente y cargaba contra Manuel Pellegrini por no haber dicho ni media palabra sobre el siguiente encuentro. Es decir, yo no te pregunto sobre ello y, además, te pongo a parir por no contestarme a unas preguntas que nunca llegué a formular. Si esto no es la ley del embudo…


lunes, 27 de septiembre de 2010

Dick Gaughan


(Gracias a Ramón Trecet por descubrirme a este hombre)

You must know someone like him
He was tall and strong and lean
With a body like a greyhound
And a mind so sharp and keen
But his heart, just like a laurel,
Grew twisted round itself
Till almost every thing he did
Caused pain to someone else

It's not just what you're born with
It's what you choose to bear
It's not how big your share is
But how much you can share
And it's not the fights you dreamed of
But those you really fought
It's not what you've been given
It's what you do with what you've got

Now what's the good of two strong legs
If you only run away?
And what use is the finest voice
If you've nothing good to say?
And what good is strength and muscle
If you only push and shove?
And what's the use of two good ears
If you can't hear those you love?

Between those who use their neighbours 
And those who use a cane
Between those in constant power
And those in constant pain
Between those who run to evil
And those who cannot run
Tell me which ones are the cripples
And which ones touch the sun?


domingo, 26 de septiembre de 2010

Papi, ¿ya has visto esta película? Parte 5

Imaginemos otra escena cinematográfica: la chica de la película, esa rubia neumática a la que siempre persigue algún maniaco homicida, está en el salón de su casa. SOLA.
De repente, escucha ruidos extraños en el jardín; escucha ruidos extraños en la puerta de atrás; escucha ruidos extraños en la cocina porque, a pesar de la terrible amenaza del psicópata asesino, se ha olvidado de cerrar la puerta con siete candados.
Despavorida, la chica escapa... escaleras arriba hasta llegar al dormitorio. Cierra la puerta con llave; si se le ocurre, coloca una endeble silla a modo de palanca-barricada y se arroja sobre el teléfono para pedir auxilio.
Llegados a este punto, hay dos posibles alternativas, a cual más estúpida.

Primera alternativa
Nuestra protagonista, después de equivocarse 17 veces al marcar y dejar caer el auricular otras tantas, consigue ponerse en contacto con la policía.
El picaporte de la puerta se mueve tentativamente. La chica aúlla.
En la comisaría, una amable telefonista le da las buenas noches. La chica aúlla otra vez y balbucea cosas ininteligibles. La telefonista pregunta el motivo de la llamada. La chica, al quinto intento, consigue decir que un loco intenta entrar en su dormitorio armado con un hacha de siete pies.
El picaporte vuelve a moverse, esta vez con más violencia. La chica, desatada, como un cruce entre Mónica Naranjo y un coyote aullando a la luna, pide socorro.
La telefonista, con gran calma, como controlando la situación, le pregunta su nombre, edad, estatura, peso, color de ojos, número de la seguridad social y gustos musicales.
El hacha del asesino convierte la puerta en mondadientes.
La chica sigue pidiendo socorro. La telefonista sigue pidiendo datos.
El psicópata entra en la habitación, la chica grita, la telefonista pregunta por el color de las cortinas de la salita de estar.
El asesino golpea a su víctima con el hacha. La chica se convierte en carne para hamburguesas.
La telefonista cae en la cuenta de que no le ha preguntado la dirección donde vive y se queda muy sorprendida porque nadie responde ya a sus palabras.

Segunda alternativa
La chica de la escena anterior no llama a la policía sino a su novio, que está al tanto del acoso del malvado criminal y está muy cachas... aunque vive a media hora larga de la casa de su pronto difunta amada y jamás llegará a tiempo para salvarla.
Tras 10 ó 12 timbrazos, tampoco es cuestión de estresarse, el novio descuelga el teléfono.
El picaporte se mueve. La chica aúlla.
El novio pregunta quién llama. Antes de que la chica pueda identificarse, la comunicación se interrumpe, aunque no se corta.
El picaporte vuelve a moverse. La chica palmotea histérica el teléfono y consigue... cortar la comunicación definitivamente.
Al otro lado de la línea, el novio repite la misma acción y se queda con el teléfono en la mano hablándole a un pitido.
El psicópata pulveriza la puerta con el hacha. La chica vuelve a marcar el número de su novio... y escucha la señal intermitente de comunicando porque su amado, cachas pero bastante lerdo, sigue con el teléfono en la mano en amistosa conversación con un pitido.
El asesino entra en la habitación. La chica grita aterrorizada, arroja el teléfono a la cara del asesino, falla, e intenta escapar por la ventana con bastante poco éxito. El maniaco golpea a su víctima con el hacha, la chica se convierte en carne para hamburguesas. El novio... ¡¡¡por fin!!! cuelga el teléfono. Espera y no pasa nada. Llama a su novia por si acaso... y nadie contesta. Se tranquiliza y se va a dormir.

Existe una tercera alternativa, la alternativa telefónica breve. La vi hace unos años en la película "Body Bags" (Bolsas de Cadáveres o Bolsas Forenses, si sois muy puntillosos):
En una gasolinera, una cajera de noche observa, a través del cristal blindado de su cabina, cómo se acerca un asesino sanguinario, con un pesado mazo de hierro en una mano y un machete de metro y medio de largo en la otra.
La cajera, con buen juicio, descuelga el teléfono, marca el número de la policía y, tras cinco o seis timbrazos, le responde la telefonista de guardia.
La cajera grita "¡¡¡Quieren matarme!!!" dos veces... y cuelga el teléfono sin decir su dirección o cualquier otro dato que permita a los agentes de la ley saber dónde está.
   Afortunadamente para ella, la llegada de un cliente que había olvidado la tarjeta de crédito le salva la vida, pero lo normal habría sido que, al igual que las anteriores descerebradas, nuestra amiga hubiese acabado convertida en carne para hamburguesas. El proceso es más rápido, pero el resultado suele ser el mismo.



Michael Myers, mi psicópata favorito. 
Como se puede ver, en su caso y 
a efectos prácticos de picado de carne, 
el hacha es opcional.



sábado, 25 de septiembre de 2010

Borislav Kaputnik (II)

(Segunda parte de la transcripción de la clase magistral que Profesor Kaputnik impartió en el Aula de Cultura de Paracuellos del Jarama el pasado 23 de agosto)


Prof. Borislav Kaputnik
(no confundir con Roger,
su hermano gemelo)
"Después de haber explicado exhaustivamente qué es una célula, pasemos a los animales unicelulares, llamados así por estar formados por una sola célula, y que se mueren cuando se muere esa célula, claro. Algunos autores los llaman proto zoos.
En una primera aproximación, podríamos dividir a los protozoos en tres tipos: fermentos, vitaminas y hormonas. Sus ejemplos más destacados son el elefante, el delfín y el tetuajo. Otros de los protozoos más característicos son la ameba y la anguila.
La ameba es un ser cuyo tamaño varía, pero que siempre tiene el mismo ta maño. En reposo tiene una forma muy rara, algo así como un huevo frito. Este animal tiene una boca y coge a los animales que constituyen su comida con una larga lengua. También tiene, asimismo, articulaciones para nadar.
Otro protozoo importante es el paramecio, que tiene forma de riñón o zapatilla, y engloba los pseudópodos con gran facilidad. El paramecio tiene el tamaño de una alpargata y se mueve de manera vaga, semejando una "cordeón".
Por último, en este campo de los paramecios y animales unicelulares, sólo queda decir que los seres vivos están formados celularmente por dos cosas: el parame cio y la "vortichela".
Terminaremos por ahora las nociones básicas de zoología hablando de los celentéreos, animales tan complejos que los diversos autores no se ponen muy de acuerdo sobre ellos.
Para algunos expertos, son plantas que nacen junto a un río o un lago, y su forma es algo parecida a la de un junco. Además, y por si no fuera sufi ciente desgracia, no tienen flor. Otros, los consideran animales salvajes y terribles como la pantera o el león, o bien animales cuya parte superior está formada por montículos, como el ca mello, sin ir más lejos.
Para unos son ovíparos, y su larva se convierte en crisálida en el fondo de los océanos. Otros, mejor orientados, opinan que son pólipos que llevan una vida repo sada y tranquila en el fondo del mar. Un ejemplo de celentéreo es la hidra de agua dulce, que es un animal marino y, por tanto, acuático.
Los celentéreos, estos animalitos tan curiosos, son microscópicos y, en conse cuencia, su forma no se puede definir. Se caracterizan por su duro caparazón, como el cangrejo y la cigala. De todas formas, son poco importantes, pues oca sionan pocos beneficios al hombre y a los habitantes del mar."

I Muvrini


I Muvrini & Josephina Fernandez

Ùn sò micca venuti
Da ch'elli eranu tristi
Anu chjosu e porte
Più nisunu l'hà visti

Y ellos no han querido venir
Y son como prisioneros
De su corazón callao
De tanto desespero

È ùn anu chjamatu
D'altri toni o saette
Vulianu sapè
Senza chere vindette

Y si no han querido hablar
Es que su corazón tembla
Disimu de la samblar
La experiencia para edios

Ella
Para sentirse menos sola le embargao la mano
Ellu
Y va de venir un pasadumbre que se apaga

Vole sente à voce
Di a ghjusta famiglia
A cuscenza di l'omi
Chì cunsola è cunsiglia

Quieren encontrar los pasos del amor exiliado
De la fuerza que le manca para un día perdonarlos

Sin'à u recunciliu
Sin'à u recunciliu
Sin'à u recunciliu
Vole truvà u passu di l'amore in esiliu



viernes, 24 de septiembre de 2010

Hablar por hablar

Existe una curiosa teoría para explicar la costumbre de hablar hasta por los codos que tienen algunos seres humanos. Esta teoría sirve especialmente para quienes se empeñan en afirmar o reafirmar continuamente lo que a todas luces resulta claro y evidente.
Son frases como "hace un buen día", en Sevilla en pleno mes de agosto y con un sol de injusticia.
O, "es usted muy alto", dirigida a Pau Gasol.
O, mismamente, "¡¡oh, cielos, vamos a morir!!", mientras quien exclama esto viaja en una frágil avioneta que, envuelta en llamas, se precipita hacia el suelo desde 10.000 metros de altura.
Esta teoría que antes había mencionado dice lo siguiente: 

"Si los seres humanos dejasen de hacer ejercicio con los labios, la boca se les quedaría agarrotada."


A propósito de lo antedicho, estudios posteriores han ido aún más lejos y han demostrado que, si los seres humanos dejan de hacer ejercicio con los labios, su cerebro comienza a funcionar... lo que, evidentemente, resulta mucho más peligroso.


jueves, 23 de septiembre de 2010

Papi, ¿ya has visto esta película? Parte 4

Son las 6:34 de la tarde cuando comienzo a escribir estas líneas, la mejor hora sin duda para hablar de cine, del séptimo arte, de las "pelis", que dicen los niños. Por supuesto, con el espíritu científico que caracteriza a Inside View. Espíritu un poco iconoclasta, justo es reconocerlo, pero científico cien por cien.
Hoy no habrá un tema concreto, un leit motiv, un hilo conductor. Simplemente disertaré eruditamente sobre diversos aspectos curiosos y chocantes de las películas, sobre cosas que, al menos a mí, llaman la atención por absurdas, jocosas o ridículas.
Comenzaremos como la vida en este planeta: por el agua.
Imaginemos la escena...

Mes de enero por la mañana, hace frío. Alguien viaja en una barquichuela inestable, muy inestable, porque en las películas estas embarcaciones vuelcan sólo con soplarlas. Está pescando en un lago de aguas serenas y cristalinas. Otro alguien, diferente del alguien anterior, pesca con él. En un momento dado, la conversación deriva en fuerte disputa.
Intercambio de insultos, gritos, las voces elevan el tono y el volumen, y nuestros protagonistas también se elevan: es decir, se ponen de pie.... 
Primer error

De las palabras pasan a las obras, a las manos, y se enzarzan en una pelea bastante discreta. En ese momento, y como si fueran una sola persona, ambos se balancean al unísono, izquierda-derecha, izquierda-derecha, cual tenteempié...
Segundo error

¿No les bastaba sacudirse unos buenos puñetazos en lugar de bailar una sardana a dúo encima de la barca? Pues no, su propósito desde el principio no era otro que hacer todo lo posible, y lo imposible también, para que la barca volcase. Nada de arrojar al otro por la borda o atizarle un buen remazo en el colodrillo.
¡¡¡Hay que volcar la barca!!!
¡¡¡Y vaya si lo consiguen!!!

Segunda parte de la escena anterior...

Los dos protagonistas de nuestra historia son caritativamente salvados de las aguas por otro barco que, casualmente, pasaba por allí. Empapados y ateridos, ya hemos dicho que es enero y hace un frío del joraca, son subidos a la cubierta del barco rescatador. Ambos tiritan de frío, les castañetean los dientes y el agua les chorrea poniéndolo todo perdido.

Atención, pregunta:
¿Qué harán los ocupantes del barco que les ha sacado del agua?

Pausa valorativa, redoble de tambor, riff guitarrero, lo que os guste

Repito la pregunta por si acaso no os quedó clara:
¿Qué harán los ocupantes del barco que les ha sacado del agua?

Respuesta incorrecta: llevarles a un camarote calentito, prestarles una toalla tamaño king-size y cambiarles la ropa mojada por otra seca.

Respuesta correcta: ponerles una triste manta POR ENCIMA de la ropa empapada de agua casi a punto de congelación, situación en la que siguen hasta que dos horas después llegan a puerto. ¿Qué calor puede aportar una simple manta si debajo de ella nuestros protagonistas están total y absolutamente mojados?

Resultado en la película: caras de felicidad, sonrisas y agradecimientos; calor instantáneo.

Resultado en la vida real: pulmonía triple.


La escena anterior puede tener múltiples variantes pero, inevitablemente, cada vez que alguien se cae al agua vestido o se moja bajo un aguacero torrencial, algún alma caritativa tiene la ocurrencia de echarle una manta por encima de los hombros sin quitarle ni los calcetines.